Mucho
tiempo después de haber esperado la caída de Cuba, cual fruta madura, con
múltiples sacudidas al árbol, Estados Unidos reconoce un par de errores en su
ambicioso deseo de apoderarse de la Isla.
Tanto el
impacto negativo de la reducción del personal existente hoy en la embajada
norteamericana en Cuba, como la recalificación de su advertencia sobre los viajes
a la nación caribeña, fueron reconocidos esta vez por Washington.
Así lo
arrojaron, respectivamente, un memorando del Servicio de Investigaciones del
Congreso estadounidense y la nueva decisión del Departamento norteamericano de
Estado.
Concretamente,
este último disminuyó la alerta sobre los viajes de los ciudadanos
estadounidenses a la Isla, la cual a partir de ahora será de rango dos, es
decir, recomiendan tomar precauciones adicionales.
Anteriormente,
y de forma injustificada, EE. UU. había catalogado al país como una de las
naciones inseguras para los estadounidenses, situándonos en la categoría tres,
de un máximo negativo de cuatro, con la sugerencia de reconsiderar los viajes a
nuestro archipiélago, desconociendo así el prestigio internacional que tiene
Cuba como un destino seguro, y que fuera refrendado con un premio en la XXXVIII
Feria Internacional de Turismo en España.
En cuanto a
la reducción del personal diplomático acreditado en La Habana, motivado por los
supuestos daños acústicos cuyas causas aún no han sido probadas, el análisis
del Servicio de Investigaciones del Congreso llegó a la conclusión de que ha
tenido un impacto negativo.
Al respecto,
el demócrata Eliot Engel dio a conocer esta semana que había solicitado a esa
instancia analizar los efectos de la situación en la legación diplomática en la
capital cubana, donde según el informe se redujeron los empleados de más de 50
a 14. A ello se unió la suspensión de la entrega de visas para inmigrantes y no
inmigrantes, y la expulsión de Washington de 17 diplomáticos cubanos.
Desde el
momento en que se adoptaron estas medidas unilaterales, tanto el Gobierno de la
Isla como sectores norteamericanos, incluyendo legisladores, alertaron sobre
los efectos negativos de estas para las familias en uno y otro país, y el
riesgo de que EE. UU. incumpliera sus compromisos de entrega de visas.
Entre los
inconvenientes provocados por tales medidas, el memorando del Servicio de
Investigaciones del Congreso refiere que la mayoría de los cubanos solicitantes
de visa deben recurrir a una embajada o consulado norteamericano en otra nación
y, como resultado, les resulta más complejo visitar a sus familiares en EE. UU.
Al propio tiempo, se dificultan los viajes de personas del sector privado y
algunos grupos culturales han tenido que cancelar sus presentaciones.
Los números
hablan: a pesar del acuerdo migratorio de 1994 entre ambas naciones, que
establece la entrega de no menos de 20 000 visas anuales por parte de
Washington, se concedieron menos de 4 000 visas de inmigrantes en los primeros
nueve meses del 2018.
Sin embargo,
para el gigante, siempre al acecho bajo el árbol, los errores que ahora
reconoce lo son solo en la medida en que hacen fracasar su estrategia
injerencista. Tómese en cuenta que el informe señala que la situación del
personal «reduce potencialmente la capacidad del Departamento de Estado de
comprender la situación en el terreno», así como ante la nueva recomendación
sobre las visitas a la Isla, mantienen el argumento de los supuestos ataques
contra los diplomáticos estadounidenses en La Habana.
No comments:
Post a Comment