-Isaac Saney, Portavoz de CNC, 10 de noviembre de 2021
El próximo 15 de noviembre se planean una serie de provocaciones orquestadas y financiadas por Estados Unidos contra Cuba con el objetivo explícito de subvertir el orden constitucional de la isla, a fin de crear un pretexto para la intensificación de la guerra económica estadounidense y justificar una posible intervención militar. La Red Canadiense por Cuba (CNC) denuncia la campaña de desestabilización y subversión de Washington contra el gobierno soberano de Cuba. Estos esfuerzos para lograr el llamado “cambio de régimen” son una violación flagrante e inconcebible del derecho a la autodeterminación del pueblo de Cuba.
La CNC reafirma el derecho inalienable de todos los pueblos y países a determinar su futuro y su sistema político, económico y social sin injerencias externas. Este derecho está consagrado, entre otros, en la Carta de las Naciones Unidas, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y en la Declaración sobre los principios de derecho internacional relativos a las relaciones de amistad y cooperación entre los Estados, conforme a la Carta de las Naciones Unidas.
El gobierno de Estados Unidos canaliza abiertamente millones y millones de dólares a las llamadas “figuras de la oposición” con el único objetivo de desestabilizar y socavar la sociedad cubana. Estas figuras fraternizan abiertamente y colaboran con funcionarios estadounidenses, cooperando con un régimen que tiene como objetivo explícito asfixiar al pueblo cubano, terminar con la independencia de Cuba y revertir los inmensos logros sociales de la Revolución Cubana.
Los frenéticos esfuerzos de Washington para organizar el derrocamiento de la Revolución Cubana no tienen nada que ver con la solidaridad genuina con el pueblo cubano o con la democracia, se trata de negar y extinguir la independencia de Cuba, de hacer retroceder la rueda de la historia reafirmando el control y la tutela de Estados Unidos sobre esa nación insular, orgullosa, heroica.
No es casualidad que las provocaciones previstas para el 15 de noviembre se produzcan el día exacto en que Cuba reabre su industria turística, clave para su recuperación de la crisis económica que se ha apoderado del mundo durante la pandemia del COVID-19. La reapertura de Cuba es el resultado de los esfuerzos del Ministerio de Salud de la nación isleña que ha controlado la pandemia mediante inmensa dedicación y esfuerzo. En el corazón mismo de esta batalla exitosa está la campaña de inoculación masiva con vacunas desarrolladas en Cuba: Soberana 02, Soberana Plus y Abdala.
Las exitosas vacunas de Cuba son un desafío directo al monopolio occidental sobre esta tecnología médica vital, especialmente a medida que estas vacunas continúan recibiendo reconocimiento internacional. Como parte de la guerra incesante de Washington, las provocaciones del 15 de noviembre tal vez estén diseñadas no solo para sabotear la economía de Cuba, sino también para desviar la atención de su éxito en la creación de vacunas eficaces que La Habana está dispuesta a poner a disposición del mundo entero.
En Canadá, esta implacable campaña de desestabilización de Estados Unidos ha sido ayudada e instigada a través de una campaña de desinformación anticubana maliciosa y difamatoria de los llamados "medios dominantes" canadienses, en especial la CBC. Abandonando toda pretensión de objetividad periodística, normas y ética, la CBC está involucrada en un engaño absoluto basado en fuentes falsas y engañosas y en la promoción de falsedades flagrantes sobre Cuba. Aparentemente se ha convertido en una extensión descarada del brazo propagandístico del Departamento de Estado de los EE. UU., aparentemente al servicio de Agencias y fuerzas estadounidenses contrarrevolucionarias y anticubanas.
Si la CBC está realmente interesada en los derechos humanos y el bienestar del pueblo de Cuba, entonces debería exponer de manera inequívoca, clara y rotunda, la guerra económica y las agresiones de Estados Unidos contra Cuba. Por el contrario, parece decidida a provocar una ruptura en las relaciones entre Canadá y Cuba, de modo que Ottawa refleje descaradamente a Washington.
Los canadienses rechazan esta alineación vergonzosa y desnuda con la criminal guerra de Estados Unidos contra Cuba. Miles de ciudadanos y residentes canadienses han declarado que Cuba no está sola al firmar peticiones parlamentarias condenando la guerra económica y la campaña de subversión de Washington, y pidiendo al gobierno de Canadá que tome medidas concretas y significativas para oponerse a la guerra de Estados Unidos contra Cuba.
Vale la pena subrayar que el 23 de junio, por vigésima novena vez consecutiva, la comunidad mundial apoyó abrumadoramente a Cuba, votando 184 a 2 en la Asamblea General de las Naciones Unidas, repudiando rotundamente la guerra económica de Estados Unidos contra Cuba como una flagrante violación del derecho internacional.
Desde principios de la década de 1960, el Gobierno de los Estados Unidos ha impuesto a Cuba el régimen de sanciones más duradero de la historia. No es exagerado describir la política de Washington como una guerra económica contra el pueblo de Cuba. Las sanciones económicas de Estados Unidos - un bloqueo económico - constituyen el principal obstáculo para el desarrollo social y económico de Cuba; el costo para la heroica nación-isla ha sido y es inmenso: más de $ 130 mil millones de dólares.
Bajo la gestión del presidente de Estados Unidos Donald Trump, la guerra económica contra Cuba alcanzó niveles sin precedentes, con 243 medidas específicas y vengativas dirigidas contra la nación isleña. La administración del presidente Joseph Biden ha continuado esta implacable guerra económica contra Cuba.
Cuba está sitiada. El objetivo es lograr que el pueblo cubano se someta por hambre, se sofoca la economía con el propósito de generar carencias y penurias que lleven al ansiado desasosiego social masivo que luego serviría a Washington de pretexto para intervenir en Cuba.
Esto fue articulado sin ambigüedades por Lester D. Mallory, subsecretario de Estado y arquitecto de la política estadounidense hacia Cuba. Mallory escribió en un memorando del 6 de abril de 1960 del Departamento de Estado de EE. UU. ahora desclasificado, lo siguiente:
"El único medio previsible de terminar con el apoyo interno es a través del desencanto y el descontento basados en la insatisfacción y las dificultades económicas ... deben tomarse rápidamente todas las medidas posibles para debilitar la vida económica de Cuba ...negar dinero y suministros a Cuba, disminuir el valor monetario y real de los salarios, provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno. "
Estos últimos intentos de desestabilización son la continuación de esta guerra contra Cuba. El objetivo es volver a imponer la dominación, la hegemonía y la tutela de Estados Unidos.
Frente a estas provocaciones, Cuba tiene derecho, bajo las normas del derecho internacional, de defenderse de las agresiones y maquinaciones de una potencia externa y sus acólitos.
¿Qué es lo que Washington busca destruir? ¿Cuál es la sociedad que el gobierno de los Estados Unidos está tan celosamente comprometido en socavar? Se trata de una sociedad donde la educación y la atención médica universal, la vivienda, la alimentación y el acceso a la cultura son derechos humanos fundamentales, y el Estado, dentro de sus limitados recursos, hace todo lo posible para transformar estas aspiraciones en realidad. De hecho, en Cuba no hay niños sin hogar deambulando por las calles ganándose la vida a duras penas en una sociedad despiadada.
El Informe sobre Desarrollo Humano (IDH) anual de las Naciones Unidas confirma repetidamente los avances y progresos de Cuba. Más aún, Cuba ocupa el primer lugar en cuanto a la relación entre medios económicos y capacidad de desarrollo humano. Así, en el uso efectivo de los recursos para beneficio humano, Cuba supera a los países mucho más ricos del llamado "mundo desarrollado".
Es la Cuba internacionalista la que ha enviado desinteresadamente decenas de miles de personal médico a decenas de países de todo el mundo para luchar contra la enfermedad, ya sea Ébola o Covid-19.
Esta es la sociedad que defienden los cubanos. Cualesquiera sean las fallas y deficiencias, cualesquiera sean los errores y pasos equivocados, depende del pueblo de Cuba y solo del pueblo de Cuba – y no de potencia extranjera alguna, o sus sustitutos- determinar los arreglos políticos, sociales y económicos de Cuba.
La Red Canadiense por Cuba expresa su decidida solidaridad y apoyo al pueblo cubano y a su Revolución en su defensa contra este último acto de agresión general lanzado por el gobierno de Estados Unidos.
Hacemos un llamado al gobierno canadiense para que cumpla con sus obligaciones bajo la Carta de la Naciones Unidas y otros tratados legales internacionales y con sus responsabilidades como miembro de la comunidad internacional denunciando y condenando la continua agresión estadounidense contra Cuba.
Millones de canadienses han viajado a Cuba y vuelven con un profundo respeto y admiración por el pueblo de Cuba. Independientemente de sus posiciones políticas o ideológicas, los canadienses defienden la construcción de una amistad genuina con la nación isleña: relaciones basadas en el respeto mutuo, la igualdad y el reconocimiento del derecho de Cuba a la autodeterminación y soberanía.
La Red Canadiense por Cuba (CNC) confía que el pueblo cubano superará cualquier desafío que le plantee el imperialismo estadounidense mientras continúa su marcha por el camino de la independencia, soberanía, justicia social, autodeterminación y dignidad humana.