«¡Sí!» La palabra es breve, pero este domingo se ha vuelto inmensa para los destinos de la Isla, que se ha pronunciado finalmente a favor de la inclusión, de la empatía, del amor, ese que alumbra lo que perdura, que engendra la maravilla, que convierte en milagro en barro.
La mayoría ha elegido un nuevo Código de las Familias, uno que retrata el país que somos y el que queremos ser, y responde a las esencias humanistas de la Constitución de la República y del Estado de derecho y justicia social que a partir de ella se erige.
Cada Sí que se dio este domingo en Cuba a este texto profundamente revolucionario es una afirmación por un presente reconocido en toda su diversidad, por un futuro de menos prejuicios y estereotipos, por una nación con todas las personas y para el bien de todas ellas.
Cada Sí estampado en boleta –como parte de un proceso democrático, transparente, y esta vez sin parangón por tratarse de una ley– resulta un voto por quienes alguna vez han sido discriminados en razón de su diferencia, por las familias que se apartan de lo tradicional, por las parejas que no han podido legalizar su afecto, por los niños o niñas que han sufrido violencia, por las maternidades y paternidades no realizadas...
Cuba ha dicho Sí por un país mejor, donde la virtud sea el único rasero para medir estaturas morales, donde la dignidad plena sea la regla, sin excepciones. La sabiduría popular ha hablado por el bien común, que incluye también a aquellos que decidieron votar en contra o no pronunciarse.
El 25 de septiembre de 2022 es ya un día histórico, la Isla ha demostrado una vez más que hacer la Revolución es no detenerse jamás en la búsqueda de más justicia, independientemente de las adversidades. El camino nunca ha sido fácil, pero sí muy digno. Quedan otras luchas en el empeño honroso de enaltecer lo humano, pero este Sí constituye, sin dudas posibles, la victoria de la belleza y la bondad.
[Lea aquí el Código de las Familias que Cuba aprobó]