Por David Brooks
El pasado fin de semana el gobierno de Barack Obama
festejó la restauración de relaciones diplomáticas con Cuba, con un mensaje
reiterado de apoyo a un futuro democrático y una mejora en la situación de
derechos humanos en la isla.
Mientras tanto, en casa, continúan noticias que
deberían generar grave preocupación por el futuro democrático de Estados
Unidos. El ex presidente Jimmy Carter declaró que este país es una oligarquía
con el soborno político ilimitado, en el que defensores de derechos humanos y
hasta la Organización de Naciones Unidas denuncian graves abusos de derechos
civiles y humanos, incluyendo políticas que amenazan la libertad de expresión,
el derecho a la privacidad y la libre asociación (incluida la sindical), con la
población más encarcelada del mundo, con el empleo oficial de la tortura y la
desaparición en violación del derecho internacional, y con la erosión de los
derechos básicos, incluido el voto, y, por otro lado, con índices de
desigualdad económica sin precedente desde poco antes de la gran depresión. Tal
vez es hora de solicitar el apoyo, la asistencia y hasta intervención (no
armada) de otros países y actores en el mundo para promover una transición
democrática pacífica en Estados Unidos.
El guión para expresar tal mensaje de apoyo y
compromiso internacional para promover la democracia y los derechos en Estados
Unidos ya existe (con una sola modificación) y dice algo así:
Estamos en el negocio de asegurar que el pueblo
estadunidense tenga libertad y la capacidad de participar y dar forma a su
propio destino y a sus propias vidas.
Nuestro objetivo (es) dar poder a los
estadunidenses para construir un país abierto y democrático.
“Ningún estadunidense debería enfrentar
hostigamiento, arresto o golpizas sólo por ejercer un derecho universal de
hacer que su voz sea escuchada, y continuaremos apoyando a la sociedad civil…”
(Vale recordar que el año pasado, ante la respuesta violenta de las autoridades
estadunidenses a la ola de protestas después de los sucesos en Ferguson, el
secretario general de la Organización de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, llamó a
que las autoridades aseguren la protección de los derechos a la libertad de
reunión pacífica y libertad de expresión en Estados Unidos).
Seguimos creyendo que los trabajadores
estadunidenses deberían ser libres de crear sindicatos, igual que sus
ciudadanos sean libres de participar en el proceso político.
“A través de una política de acercamiento, podremos
defender más efectivamente nuestros valores y ayudar al pueblo estadunidense a
ayudarse a sí mismo mientras ingresa al siglo XXI… Llamamos a Estados Unidos a
que libere el potencial de… millones de estadunidenses poniendo fin a
restricciones innecesarias sobre sus actividades políticas, sociales y
económicas”.
Se podría anunciar una serie de acciones para
ofrecer “un fuerte y continuo apoyo para que haya mejores condiciones de
derechos humanos y reformas democráticas en Estados Unidos. La promoción de la
democracia apoya a los derechos humanos universales dando poder a la sociedad
civil y derecho a las personas de hablar libremente, reunirse y asociarse de
manera pacífica, y apoyando la capacidad de la gente para decidir su futuro con
libertad…”
Se podría prometer que “incrementaremos
sustancialmente nuestro contacto con el pueblo estadunidense… y nuestros
diplomáticos tendrán la capacidad de abordar a más sectores por todo ese país,
incluyendo el gobierno estadunidense, la sociedad civil, y estadunidenses
ordinarios que buscan una vida mejor. En temas de interés común… encontraremos
nuevas maneras de cooperar con Estados Unidos. Hemos sido claros en que también
tendremos algunas diferencias muy serias. Eso incluye el apoyo duradero a los
valores universales, como la libertad de expresión y de reunión… No dudaremos
en expresarnos cuando veamos acciones que contradicen estos valores”. (1)
Mientras se afirmaría que se respetará la
autodeterminación, ya que el futuro de Estados Unidos debe ser moldeado por los
estadunidenses, también se advertiría que se velará por los principios
democráticos y las reformas democráticas en Estados Unidos.
Se podría afirmar que “seguimos convencidos de que
el pueblo de Estados Unidos sería mejor servido por una democracia genuina,
donde la gente goce de la libertad de escoger a sus líderes, expresar sus
ideas… donde el compromiso con la justicia económica y social sea más
plenamente realizado, donde las instituciones rindan cuentas a aquellos a
quienes sirven...” (2)
Estas declaraciones públicas podrían ser
acompañadas de programas de democratización que incluyan financiamiento a
diversas organizaciones disidentes para crear nuevos canales de lucha en
defensa de los derechos humanos y civiles dentro del país. Entre ellos podrían
figurar: brindar apoyo a activistas y defensores de derechos humanos
estadunidenses para presentar casos de violaciones de derechos humanos y
civiles ante la Organización de Naciones Unidas y la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos, y su participación en talleres de capacitación para mejorar
su capacidad de documentar casos y compartir experiencias con sus contrapartes.
Estos programas fomentarían el consenso y cooperación entre jugadores
democráticos estadunidenses, otorgarían acceso a información no censurada a los
ciudadanos ordinarios y defenderían “los derechos de los afroestadunidenses y
comunidades poco representadas…” (3)
En las declaraciones y descripciones oficiales
entrecomilladas aquí se ha sustituido una palabra por otra: donde ahora dice
Estados Unidos o estadunidenses en la cita original decía Cuba o cubanos. Todas
las citas iniciales, hasta llegar al #1, son de declaraciones oficiales del
presidente Barack Obama o de la Casa Blanca sobre Cuba en diciembre de 2014 y
del año en curso; la #2 son citas del secretario de Estado John Kerry en La
Habana el pasado 14 de agosto; la del #3 forma parte del texto que describe en
general los programas financiados por la Fundación Nacional para la Democracia
(NED, por sus siglas en inglés) en su programa para Cuba.
Como afirma el dicho: "El buen juez por su casa
empieza"
Tomado de La Jornada